2.2.07

¡Y se apagó la luz!



1 de febrero de 2007. 7:54 p.m. Suena una alarma en mi móvil recordándome que en breves momentos tengo que proceder a desconectar todo aparato eléctrico. Dudas de última hora: ¿también tengo que apagar el ordenador? Lo que haga falta por dar un respiro al planeta. Tengo cinco relojes y cada cuál tiene una hora diferente, ¿cuándo apago? Venga, ya, no vaya a ser yo el último.

Con todo apagado me dirijo a la ventana, donde las luces de los coches y las farolas municipales alumbran la calle. No podrían sumarse a la convocatoria aunque quisieran. Tampoco lo han hecho la mayor parte de los vecinos del inmueble de enfrente, me digo. Quizá no tengan conocimiento de la iniciativa, ¡lástima! Y eso que en las últimas horas todos los medios se han hecho eco del llamamiento, muchos, más tarde que esta página, por cierto (-¡Menos flores! -Vale, vale).

¿Y qué hacer con las luces apagadas?, esa es la siguiente pregunta que nos surge a todos. Yo opto por jugar una partida de ajedrez con mi hermano a la luz de un montón de velas. Si cinco minutos sin luz dan un respiro al planeta diez o quince igual le ayudan a dar una buena bocanada.
Pero entonces me doy cuenta: ¡hay que dar fe de este momento! Y ahí estoy, buscando a ciegas mi cámara de fotos, tratando de añadir un símbolo más a los cinco minutos más simbólicos que recuerdo. Total, que al final la partida quedó en un encuentro amistoso, con las piezas en su posición original, como dos ejércitos que al llegar al campo de batalla deciden que mejor están en su casa. Porque para las batallas, por desgracia, sobran días.

Pero, ¿cuáles han sido las consecuencias del apagón?, ¿sirvió de algo? Según las estadísticas oficiales, en España supuso un ahorro del 2,5% del consumo eléctrico. Quizá suene algo más atractivo si decimos que en ese espacio de tiempo dejamos de emitir 35 toneladas de CO2, aunque es cierto que nuestro país emite en torno a emite 1,2 millones de toneladas diarias. El dato que mejor me suena es el de que equivale a la producción durante ese intervalo de tiempo de una central nuclear y de 500 molinos de viento.
Pero no nos dejemos llevar a engaño, ya dijimos que este gesto era simbólico. ¿Y qué simboliza? Las almas de todos los habitantes del país, de varios países de la Unión Europea, tuvieron la posibilidad de ser tocadas, sensibilizadas, por los problemas que acompañan al consumo. ¿Quién va a hacer de este mundo el lugar que nos merecemos si no lo hacemos nosotros, cada uno de los que lo habitamos?
Para mí, el gesto de ayer fue un éxito rotundo.

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Kuklops

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